Lo que yo llamo el efecto campamento es algo que ha ocurrido siempre y que seguramente todos hemos experimentado en alguna ocasión. Es ese sentimiento que se tiene al terminar un campamento, acampada, campo de trabajo, … en el que tu día a día entero o casi, se ha compartido con la misma gente. O al final de ese verano en el pueblo o en el apartamento de la playa, de ese curso intensivo de verano y antiguamente en la mili. Esa convivencia continua, con ese nivel de intensidad sumado al aislamiento de otras cosas del mundo exterior potencian mucho que ocurra ese sentimiento de considerar a esas personas con las que se ha convivido los mejores del mundo, amigos para toda la vida y demás cosas que se suelen decir en la despedida cuando termina el susudicho periodo.
Habitualmente esos periodos están formados por momentos que nunca vamos a olvidar y otros que creemos que así será, pero caen en el olvido. Y si bien es cierto que en muchas ocasiones se forjan amistades o relaciones para toda la vida, tantas o más duran un cierto tiempo y caen en el des-uso y el olvido.
Fui monitor durante muchos años y con ello asistí a muchas acampadas y campamentos con niños y otras salidas, convivencias y acampadas de preparación y trabajo en equipo con monitores y cursos intensivos como profesor y formador de estos. Y uno de mis primeros trabajos fue de monitor en un albergue y campamento de actividades de aventura y riesgo, aislado de la «civilización» en el que pasábamos mucho tiempo los monitores, por lo que conozco bien el efecto campamento.
Lo que me resulta curioso es que últimamente lo veo cada vez más en sectores y en el ámbito profesional.
Siempre he tenido tendencia a no ser absoluto en mis afirmaciones y sospechar de aquella gente que lo es.
Frases como «este es el mejor (póngase la profesión que quiera)», la mejor herramienta, el mejor software, el mejor local, el mejor restaurante, el mejor… tan marketinianas, porque me suelen hacer disparar las alarmas por su sentido absoluto y me hacen sospechar de la brevedad de miras de quien la pronuncia.
He sido docente en muchas ocasiones y lo sigo siendo. Al tipo de preguntas de cual es la mejor herramienta, sistema, software, etc… o si algo se suele hacer o no contesto con un «depende de para que», «esta es la mejor que yo conozco» o «no se puede hacer que yo sepa». No asumo por tanto que poseo todo el conocimiento del mundo en esa materia o el índice, vademecum o guía con todos los recursos del tema. Recuerdo que en más de una ocasión algún alumno me ha hecho notar que le ha resultado curioso ese tipo de respuestas.
Por naturaleza tendemos a agruparnos en tribus y grupos. Y esto nos lleva a favorecer y ayudar en lo posible a aquellos que se nos asemejan o son de nuestra tribu.
Y aunque en nuestro sector es habitual el compañerismo y bastante habitual el «peloteo 1.0 y 2.0», ahora como decía, veo cada vez mas como tendencia ese efecto campamento entre profesionales del sector.
Creo que potenciado por el entorno de los eventos, los cursos y la tendencia en alza del trabajo en espacios de coworking, e incluso en empresas y startups por estar o haber estado en incubadoras y aceleradoras. Y no creo que esté mal que se de ese efecto de compañerismo, amistad y ayuda entre los que han compartido y comparten mucho tiempo juntos, haciendo lo mismo o parecido, o peleando por sacar adelante sus proyectos, empresas o ideas, lo que los conforma en una tribu.
Lo que si me preocupa un poco más, es que nos demos cuenta de que el efecto campamento tiene tanto de real, como de espejismo que se diluye con el tiempo.